Había quedado con unos amigos para seguir probando el nuevo carrovela ‘Y 2.0’ y cuál sería mi sorpresa al encontrarme con otros dos constructores, Angel y Santiago.

Dos hermanos sevillanos de once años, que tienen la suerte de pasar sus vacaciones de verano y algún fin de semana en la zona de Tarifa, donde evidentemente sopla el viento.

Al ver su rudimentario, pero efectivo, carro-buggy-kite, no pude menos que sacar alguna foto y preguntarles quien se lo había construido y de dónde salió la idea. Cuál sería mi sorpresa al decirme que ellos eran los constructores y que nadie les había ayudado.

Me contaron que hace año y medio  vieron un capítulo de "el último superviviente”, serie de televisión en la que aparentan situaciones límite de supervivencia. En uno de ellos, el presentador escapaba del desierto en un rudimentario carro construido con piezas de un ultraligero, usando como vela un paracaídas (ver video inferior). El invento les llamó mucho la atención, estuvieron tiempo pensando en ello y comentando que materiales necesitarían para poder realizar algo parecido. En eso, su padre había recogido unas ruedas de cochecito de niño a fin de construirse un porta piraguas.

carro-kite-buggy construido por Angel y Santiago, de 10 años - pinchar para AMPLIAR -

Viendo que su progenitor se había olvidado del proyecto, y que las ruedas se estaban echando a perder. Ni cortos, ni perezosos, decidieron dar mejor vida a las mismas. Así que tomaron prestadas algunas herramientas, unos trozos de cuerda, tres o cuatro tornillos y alguna tuerca, una tabla bastante sufrida, alambre, un freno de mini-moto que también tenía perdido su padre por el trastero, y se pusieron manos a la obra. Tardando una tarde en realizar su construcción.



Mientras ponían a punto su vehículo, volví a preguntar si antes de fabricar su carro, habían visto algún kite-buggy por la zona, en la TV, o por internet. Y de nuevo comentaron que no, esta vez desplegando la pequeña cometa que usarían como tracción y que habían conseguido tras haber utilizado una con la que jugaban en la playa y enterarse en un almacén de deporte, que existían cometas para tirar de algo parecido a lo que ellos habían montado.

Debía tener los ojos como platos mientras miraba como uno de ellos anudaba la cuerda que forma el sistema de anclaje de la cometa al carro, ya que sin preguntar nada, dijo: “Tenemos otra más grande. He puesto esta cuerda para que no tire, así no me canso”. No podía ser que hubieran colocado el anclaje precisamente en ese lugar, así que siendo un poco pesado, pregunte porque había situado la base de la cuerda en ese punto de la tabla, contestando que de otra forma el carro se ponía en pie, aunque tampoco podían ir sentados muy hacia delante, ya que las ruedas de la dirección se clavaban en el suelo. Su lógica empírica era total.

Dos minutos después, y trás calzarse los 'anclajes' de dirección, Santiago y Ángel, se alejaban de mí a toda velocidad, demostrándome los conocimientos de navegación adquiridos a base de horas de rodada y algún vuelco.

Aprovechando un día de poniente en la zona de Cádiz, España.

 
Tengo que reconocer que dado mi tamaño y peso, sentí no poder subirme. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto viendo algo tan simple, fabricado con tanto afán y que aporte tanta satisfacción a sus constructores. Toda una clase de lo que creo debe ser la autoconstrucción de carrovelas. Por un momento regresé algunos años atrás.

Chavales, disfrutar del verano. Aplicaros en los estudios y sacar partido a ese don del que disponéis.

Nota.- Su padre un tanto celoso llegó a comprar un Blokart, en el que con su permiso, navegan los dos a la vez, previa pregunta ¿Quién lleva la vela y quién la dirección? (por cierto, son gemelos, lo cual supongo ayuda a manejar el Blokart a cuatro manos)

Compartiendo Blokart. Mal negocio para la venta de shadows (asiento copiloto)

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